6 jun 2012


Por Alejandro Contreras.

Amargo como la vida, suave como la muerte, dulce como el amor



Cuando un saharaui recibe a un visitante en su jaima le obsequia con una curiosa ceremonia: la primera infusión con hojas de té fuerte, sin azúcar, bien amarga; la segunda con las mismas hojas pero con un poco de azúcar que dulcifica su sabor; y el tercero con gran cantidad de azúcar para intensificar su dulzor. Esta tradición que siguen también los bereberes, mauritanos y muchos pueblos que aún viven en jaimas, es uno de los muchos elementos que muestran lo bien documentado que está el director y guionista Pedro Pérez Rosado sobre la realidad saharaui. 

El director valenciano, licenciado en Filosofía y Letras, arrancó su carrera en el cine como asistente de dirección de cineastas tan consagrados como Elias QuerejetaCarlos Saura y Eloy de la Iglesia. Tras una etapa en publicidad se centró en los documentales, y pudo acercar la realidad de Bosnia-Herzegovina, Chiapas, Nicaragua y del Sahara. No extraña que su primer largometraje fuera un documental, LAS CENIZAS DEL VOLCÁN (2000), donde regresaba a Chiapas (México). Para su segundo trabajo en el largo prefiero rodar la historia de ficción CUENTOS DE LA GUERRA SAHARAUI (2004), y así la ha continuado aunque en sus trabajos siempre se respira su voluntad de"documentar" el momento de los sitios donde localiza sus historias.

Lo que convenció a Pérez Rosado para volver a la realidad del pueblo saharaui fue la expulsión de la activistaAminatu Haidar de El Aaiún por parte de las autoridades marroquíes. Al informarse sobre ella descubrió que había una nueva generación de saharauis que no vivió la descolonización ni la ocupación de Marruecos, que han conocido en España y otros países europeos otras formas de vida más modernas y cómodas, y que están dispuestos en luchar por la autodeterminación de su pueblo y porque no se les deje en el olvido otros 35 años. 

WILAYA (2012) fue seleccionada en la sección Panorama de la última edición del Festival de Berlín de este mismo año. En el Festival de Abu Dhabi premiaron a Nadhira Mohamed con el Premio a la Mejor Actriz, mientras que su paso por el Festival de Málaga 2012 le permitió conseguir una Biznaga de Plata por la estupenda banda sonora de Aziza Brahim. Coincidiendo con su estreno en España ha sido una de las participantes del FiSahara 2012donde ha conseguido el segundo premio tras el documental HIJOS DE LAS NUBES, LA ÚLTIMA COLONIA (2012) de Álvaro Longoria (y en la que Javier Bardem es productor y protagonista) que es la que consiguió la Camella Blanca de esta edición. 

WILAYA (2012) nos cuenta la historia de Fatimetu (Nadhira Mohamed) que regresa a la wilaya de Smara después de más de 15 años viviendo en España. El motivo de su regreso es la muerte de su madre. Allí le esperan sus dos hermanos. Jatri (Mohamed Moulud), que espera su primer hijo de su esposa Aichetu (Lasria Gasem Mohamed) y su hermana Mayat (Memona Mohamed).

Lo que iba a ser una visita de unos pocos días se salda con una sorpresa que rompe todos los planes de Fatimetu. Su madre dejó una última voluntad en la que le deja como herencia la jaima familiar y que se hiciera cargo de su hermana.

La vida de Mayat ha sido totalmente distinta a la de su hermana. Ella no ha conocido otra realidad que no sea su vida en el campo de refugiados. Con serios problemas de movilidad, dedica su tiempo a dar clases a los niños con síndrome de Down del campamento. 

El choque entre las dos hermanas es frontal. Mientras Mayat es más conformista con la vida que le ha tocado vivir, Fatimetu no se resigna a cumplir la última voluntad de su madre sin más. Se debate con una lucha interna entre sus ganas de regresar a España y el sentimiento de responsabilidad que le ata a su hermana. 

"Wilaya" en árabe significa "provincia", y es la manera de designar a los 4 campamentos de refugiados: El Aaiún, Smara, Ausserd y Dajla. Aquellos que han estado en los campos de refugiados saharauis pueden atestiguar como el relato de Pedro Pérez Rosado está repleto de detalles y de imágenes fidedignas de lo que sucede allí. Si bien es cierto que hay zonas más deprimidas que la que muestra (y donde ni siquiera hay una mesa para comer y mucho menos una televisión o una consola), pero los tres meses de rodaje han conseguido reflejar fielmente la vida que allí se lleva. No sólo por la ceremonia del té, o los prolongados (y casi protocolarios) saludos entre vecinos, las tiendas de comida, la distribución de los alimentos y el agua, o los programas para que los más pequeños puedan disfrutar unos meses en el mundo occidental: WILAYA (2012) es realmente un interesante documento de un pueblo y de un momento muy determinado. 

El punto débil de esta película es la ficción. Al tratar de reflejar como allí el tiempo se para, dónde apenas hay cambios de un día para otro, ha dejado un relato falto de ritmo que puede llegar a aburrir. Y no por falta de elementos donde se podría haber profundizado, como la relación con el joven vecino Said (Ainina Sidagmet) o intercalando el relato con recuerdos de la vida anterior de Fatimetu en España. Y es una verdadera lastima porque el arranque prometía. Rodado con actores no profesionales oriundos del Sahara Occidental incluso la protagonista, aunque Nadhira Mohamed vive actualmente en Valencia, que aportan mucha frescura y verdad a sus interpretaciones. La química entre las dos hermanas es asombrosa.

Aún así es muy de agradecer encontrarnos con una película como ésta, que ha dejado a un lado el conflicto político para acercarnos el día a día de un pueblo que sigue esperando una solución tras más de 35 años. Aunque no es una película de cine denuncia, de manera sutil el espectador irá tomando consciencia de lo que supone el vivir en esas condiciones y con esas expectativas de futuro. Si esta película consigue que sus espectadores empaticen con este pueblo, ya habrá valido la pena su visionado.

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